La vigilancia – La ciudad de bienvenida provoca una reunión con la ‘máquin’ de South Bay
Un diario del descubrimiento político #3
Antes de vivir en Chula Vista, todo lo que sabía sobre la ciudad vino por medio de las ventanas de los trenes rojos que me llevaban a Tijuana por un viaje de un día.
Luego, a finales del enero 2021, me mudé allá desde Huntington Beach con varios miembros de mi familia quienes siguieron sus trabajos al South Bay.
Desde nuestra nueva casa rentada ubicada en la cumbre de un cerro disfrutábamos de nuestra vista de Tijuana, la bahía y los edificios altos del centro de San Diego.
En seguida me di cuenta de la abundancia de los pastos bien cuidados por todas partes de la ciudad, especialmente al oeste de la Autopista 805, un área afectada por el alto costo del agua desalinizada gracias al San Diego Water Authority.
Chula Vista es la segunda más grande ciudad de San Diego, con 279,000 habitantes. Su vecino de al lado, San Diego, es la ciudad más grande del condado y el hogar de 1.4 millones.
Chula Vista es una ciudad fronteriza diversa con ricas culturas – los inmigrantes viven en armonía con sus vecinos, inclusive unos cuantos apoyadores de Trump – por lo menos en nuestro barrio.
Imagen pública
Pero los oficiales electos y los líderes de la comunidad han luchado por años para mantener la identidad y la imagen pública de la ciudad.
Querían que Chula Vista se viera como más de “nomás una comunidad de dormitorios [existiendo] en las sombras de San Diego.”
Para realizar ese sueño, el Concilio de Chula Vista trató las inequidades económicas de muchos de los residentes, prometiendo expandir sus oportunidades educativas y empresariales.
El plan incluía traer una Universidad de cuatro años a Chula Vista y hacer la ciudad oficialmente “una ciudad de bienvenida” con la ayuda de Welcoming America, una organización no lucrativa que certifica a las ciudades por normas, “prácticas y políticas que permiten que todos los residentes vivan, prosperen, y contribuyan completamente – los inmigrantes también.”
Chula Vista fue oficialmente declarado una Ciudad de Bienvenida en 2019, y su concilio aprobó un plan para cumplir con los estándares de equidad e inclusión que se le esperaba mantener.
Más recientemente, la ciudad logró un hito importante cuando el Gobernador Gavin Newsom liberó una parcela de 383 acres de la ciudad que estaba reservada para viviendas. Esa tierra ahora puede usarse para una universidad.
La decisión del gobernador fue “un paso adelanto histórico hacia tratar una gran variedad de inequidades que sufren los residentes de South Bay a diario,” dijo el Senador estatal y exconcejal Steve Padilla.
El centro de delincuencia en tiempo real
Mientras tanto, la Policía de Chula Vista estaba subrepticiamente construyendo un misterioso centro de vigilancia, “el centro de delincuencia en tiempo real,” con fines de colectar y concentrar inteligencia usando la tecnología de vigilancia más reciente, incluyendo lectores de placas automáticos (ALPR) y drones, para combatir la delincuencia.
En 2007 la Policía de Chula Vista (CVPD) ya había fijado el ALPR a algunos patrulleros (actualmente hay 4) para encontrar y rastrear a sospechosos involucrados en el robo de autos y otros delitos.
En 2017, sin anuncios oficiales al público, CVPD usó su discreción para cambiar sus contratistas a Vigilant Solutions, “la red más grande (de lectores de placas) en los Estados Unidos, si no en el mundo,” según la compañía.
En 2018, una compañía de relaciones públicas trajo fama mundial a su nuevo programa de drones (irónicamente permitido por un deslindamiento especial de la administración de Trump), “elevando su policía al rol de asesor global.”
Según la policía de la ciudad, el propósito de los drones, que pueden leer las placas desde dos millas de distancia, no es la vigilar sino aumentar la eficiencia y la seguridad pública al funcionar como los socorristas.
Los drones pasan tomas de escenas de delincuencia y accidentes a los celulares de los policías, ayudándoles a observar el área, ya sea ampliamente o en detalle para establecer contexto, buscar a sospechosos, determinar si estén armados, y encontrar a personas perdidas.
La ciudad sin tanta bienvenida
Luego, el 6 de dic. 2020, un mes después de las elecciones del Concilio, el periódico Union-Tribune reveló un escándalo que causaría que el alcalde y el personal perdiera la certificación de “ciudad de bienvenida.”
En los últimos tres años, según el periódico antemencionado, CVPD había permitido que Vigilant Solutions compartiera sus datos de placas – incluyendo los lugares, el tiempo en el camino, las fechas, y los números de las placas, tanto como otra información personal (excluyendo las direcciones y los nombres) – con más de 800 agencias de policía por todo el país, incluyendo ICE y CHP, que podrían usar los datos para deportar a los migrantes indocumentados.
El próximo día, mi concejal electa, Andrea Cárdenas (Distrito 4), emitió una declaración denunciando “las inequidades sistémicas, y una larga historia del racismo institucional que han creado una desconfianza entre nuestra comunidad y las agencias de policía.”
Ella convocó al Concilio y CVPD que “pusieran un fin inmediato a esta colección de datos” y que trabajaran con “cada personas interesada en este proceso para asegurar que verdaderamente mantengamos la visión de los que significa ser una ciudad de bienvenida.”
También se indignaron activistas por los derechos migrantes y las libertades civiles, y exigieron un alto al programa ALPR o por lo menos la creación de un sistema transparente de cheques y saldos para prevenir la amenaza a las libertades civiles relacionadas con el compartir datos.
Fue en este contexto que poco después de mudarme a la ciudad me uní con varios estimados activistas locales por las libertades civiles en una junta vía Zoom con la concejal Cárdenas para hablar de cómo asegurar la transparencia en esta noticia más reciente.
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